jueves, 24 de marzo de 2011

Las políticas de la diversidad


Es posible presentar el despliegue del paradigma de la diversidad haciendo uso de varias entradas: la que tiene que ver con el debate académico, la conexión de los movimientos sociales con la diversidad, el debate propiciado por la UNESCO; y en el caso de América Latina el cuestionamiento del movimiento indígena a la concepción decimonónica del estado liberal, aceptación limitada de la diversidad bajo el cariz de soberanía nacional y la actual conexión de la diversidad con las políticas de libre mercado de bienes culturales. Como se ve, diversidad quiere decir muchas cosas y en ocasiones se empalman sus sentidos. Sin embargo, el eje fundamental de la misma es no sólo el respeto y la aceptación de identidades diferentes sino las posibilidades de su puesta en escena en el espacio público corriendo con ello el riesgo de parecer irracionales, antieconómicas o agresivas.

De igual modo sucede con las políticas de la diversidad. Éstas, en términos generales han abarcado cuatro campos prioritarios: Las que tiene que ver con las relaciones internacionales; las relacionadas con la estructuración de los Estados, las que tienen que ver con las políticas públicas y las que expresan la dinámica de la sociedad civil.

Diversidad y relaciones internacionales. Son las políticas más antiguas y fundaron durante un largo periodo las relaciones de los estados bajos los principios de soberanía y autodeterminación. Con la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos el principio de soberanía absoluta entra en una nueva fase de discusión. En 1950 se constituyó el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y el 1969 lo hace la Corte Interamericana de Derechos Humanos los cuales tienen la obligación de velar por el cumplimiento de sendas convenciones continentales de Derechos Humanos. La doctrina sobre el derecho y la obligación de intervención de la comunidad internacional en casos de evidentes y masivas violaciones a los derechos humanos es antigua y algunos organismos continentales, como la Unión Africana, la tienen claramente establecida [1]  En la base de estas consideraciones hay un refinamiento en la conceptualización de la soberanía. Como reflexionó el secretario de las Naciones Unidas a raíz de las graves experiencias de Ruanda, Kosovo y Timor Oriental, existen dos conceptos de soberanía: la de los estados que tiene como límite el servicios  a sus ciudadanos y la de los ciudadanos que es la base de cualquier sentido de la soberanía al grado de el Secretario General consideraba la obligación internacional de proteger los derechos de los ciudadanos y no a los que abusan de ellos.[2] Los diversos instrumentos de que se han dotado las Naciones Unidas como los pactos sobre los derechos civiles y políticos, sobre los derechos económicos sociales y culturales o la reciente declaración (2007) sobre los derechos de los pueblos indígenas han afinado el marco y los límites de la soberanía y han trasladado la noción de diversidad de los estados a la sociedad.

Diversidad y reforma del Estado. El más claro impacto de las políticas de diversidad se encuentra en la actualidad en la transformación de la estructura de los estados. En Europa Occidental se observa este impacto en la transferencia de facultades a los estados e incluso en la reestructuración de la administración. Con el gobierno laborista fue posible la transferencia de competencias a los pueblos de Escocia y Gales los cuales constituyeron sus parlamentos en 1998, a los que se sumo el de Irlanda del Norte tras los acuerdos de Viernes Santo. También Londres, como metrópoli, creó una asamblea regional ese mismo año. El proceso que desde América Latina más impacto ha tenido es la constitución del Estado de las autonomías como parte de la construcción de la democracia en España. Estos procesos en general tienen como base el reconocimiento de identidades diferentes en las regiones de Europa cuyo límite aún no es previsible. En el caso de América Latina, como se verá más adelante, la reforma del estado ha sido menos visible, pero posiblemente más radical. La aceptación del pluralismo cultural llevó a la transformación de las bases jurídicas de los estados los cuales han trasformado en forma notable las bases de su organización política. Sea con nuevas constituciones o con procesos de reforma, los estados latinoamericanos han aceptado el pluralismo cultural y en algunos casos la re-estructuración del estado sobre bases étnicas, dando lugar a un pluralismo lingüístico, jurídico y administrativo.

Diversidad y Políticas Públicas.  Como parte del proceso anterior, pero con una dinámica propia, las diversas políticas públicas viven una constante tensión en sus antiguos objetivos unitarios y los que se derivan del pluralismo. Los responsables de las políticas son miembros de la sociedad comprometidos con la administración que viven en una permanente tensión entre los objetivos institucionales y la búsqueda de nuevas prácticas. Estas transformaciones se han observado en dos niveles: en el de la creación de nuevos aparatos administrativos que muestren la disposición de los gobiernos a integrar a sectores antes poco o nada considerados, como los ministerios o comisiones de atención a mujeres, indígenas, inmigrantes, etcétera, o bien en la reestructuración de los organismos ya existentes y de sus propios programas de trabajo para dar cabida a la rica diversidad existente: ministerios de educación abiertos ahora a la educación intercultural, debates sobre el uso de las lenguas indígenas en los medios de comunicación, reestructuración de las actividades culturales para cubrir la más amplia diversidad; aceptación de minorías en instituciones poco dispuestas a hacerlo hasta hace poco tiempo (el caso de los homosexuales en el ejército de los estados Unidos es un caso notable); establecimiento de nuevas formas de representación política como la creación de representantes legislativos de ciudadanos que viven en el exterior y muchos otros casos. Estas políticas suponen constates debates en el interior de los aparatos que las promueven que, en muchas ocasiones llegan a la opinión pública y suscitan discusiones relevantes: ¿Puede aceptarse una lengua indígena para cumplir con el requisito académico de  manejo de segundas o terceras lenguas que normalmente se exige en las universidades? ¿Cómo gestionar las limitaciones culturales o religiosas a ciertas prácticas médicas? ¿Es aceptable que una comunidad indígena cambie totalmente el currículum escolar por no sentirse identificada culturalmente con él?

Diversidad y sociedad civil. Las políticas de diversidad intentan canalizar las exigencias de una sociedad civil plural de lograr reconocimiento a las diversas identidades se ha constituido en el principal motor de las políticas de la diferencia. Actualmente los límites de estas políticas parecen inciertos pues el impulso inicial aún es muy vigoroso. Sin embargo,  la llamada sociedad civil no es un ente homogéneo y por tanto las políticas de la diferencia defendidas en su seno pueden ser contradictorias. Muchas expresan sin duda el anhelo de autonomía frente a poderes hegemónicos, otras pueden servir para fundamentar la libertad de los mercados culturales en aras de la diversidad.



[1] Declaración oficial ante el Parlamento Europeo de Yves Sandoz “Límites y condiciones del derecho de intervención humanitaria. Derecho de intervención y derecho internacional en el ámbito humanitario. Hacia una nueva concepción de la soberanía nacional” El autor de la ponencia era Director del Departamento de Doctrina, Derecho y Relaciones con el Movimiento del Comité Internacional de la Cruz Roja 25-01-1994  http://www.icrc.org/web/spa/sitespa0.nsf/html/5TDMVE
[2] Kofi A. Annan “Two concepts of sovereignty” The Economist 18 September 1999. http://www.un.org/News/ossg/sg/stories/articleFull.asp?TID=33&Type=Article

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